nunca_mais_glutoniana

(Como siempre aviso que no me ha pasado todo lo que cuento aquí ni quiero generalizar, pero que levante la mano los que han sentido esa ansiedad que te dan-ganas-de-comerte-un-bocadillo-o-lo-que-sea-con-gluten-y-sabes-que-no-puedes-pero-la-procesion-va-por-dentro).

Cuando salimos del especialista de digestivo no nos suelen contar muchas cosas, la gran frase: “TIENES QUE COMER SIN GLUTEN”. Unos salimos con el no tengo mucha idea de lo que comeré a partir de ahora pero vamos a por todas, otros salen con la cara de vaya asco y ahora qué. Y ya tengo que empezar a criticar, pero es muy fuerte que desde la consulta del especialista no se dé más información. Ni todo el mundo quiere apuntarse a una asociación ni todo el mundo sabe meterse en Internet a buscar información.

Y llegas a casa, ¿y ahora qué haces con tu vida? Tienes claras unas cuantas cosas que no puedes comer, pero hay una lista de tres mil lo menos que no tienes ni idea. Y pasan las horas y tienes que comer que no del aire vive el hombre. Mi doctora me dijo que hay mucha gente que casi no come por qué no sabe qué puede y no. Y dices ole por ti, ¿no podrías tú ayudarle un poco? Qué sí, que ya somos mayores pero bien que cuando te duele según que te atiborran a medicamentos que dicen que te van a curar. Nuestro medicamento es la dieta, pues bien, podrían tener una pequeña lista de lo básico, ¿no? Pero claro tienes que apuntarte a una asociación o bien volverte loca buscando por Internet, preguntando a todo Dios.

Yo llegué al Mercadona el primer día y dije y ¿ahora qué voy a hacer? Y eso que allí están muchísimas cosas marcadas, pero el follón que llevas de información en la cabeza no te deja pensar. Y ves a todo el mundo cargando sus carros y tú dando vueltas por allí mirando todo desde la distancia por qué no sabes. (Ya os contaré en otro post 4 truquillos para los que empezáis). Al final acabas comprando cuatro chorradas y tu primer pan que cuando llegas a casa dices: qué asco madre mía, voy a dejar de comer pan 🙂 (luego descubres que hay marcas que son más fáciles de comer o te lo haces en casa).

Un buen día, después de poder salir de casa sin tener que ir al baño cada dos horas (eso no le pasa a todo el mundo, pero los que nos pasó sabemos lo que es. Que a lo mejor te parecía que no tenías síntomas y de golpe parece que te salgan todos); pues te decides salir e ir a cenar o a comer a casa de esa persona que te ha invitado desde hace días.

Te sientas a la mesa a comer con otras personas y ya nada será igual. Me han contado y me ha pasado de todo. Desde los que han entendido que en mi zona no puede entrar el pan normal y los que les importa una mie.. si me caen migas. Hay los que nos dejan en una esquina de la mesa y pretenden que comamos a solas. Y te preguntas ¿por qué? Tengo celiaquía no ébola, eso no es pega. Y ves la mesa llena de cosas que hasta hace unos días podías comer y ahora ya no. Ese plato de nuestras madres, abuelas o amigos que tanto nos gustaba, que con el tiempo te lo adaptan y te sientas la mujer más feliz del mundo (yupi!).

Te sientes como si hubiera una mámpara de vidrio transparente y que si intentas coger algo no podrás. Y hueles por qué eres celíac@ pero no se te ha ido el olfato y te pasan mil platos por delante que huelen de maravilla pero que tu ni mirarlo.Tú tienes muchas veces tu tupper u otras si es una fiesta medio de improviso ni eso (y rezas por llegar a casa y comer). Y vas a la cocina dónde te han invitado y ves migas por todas partes y cosas que te pueden causar daño. Y rezas por qué haya una sartén limpia dónde poder hacerte ni que sea una tortilla. Y rezas para poder prepararla y que llegue a la mesa sin contaminar, que esa es otra, por el camino pueden pasar mil cosas

Salir a la calle es una tortura a veces, miiiles de pastelerías llenas de pastas que no podrás comerte. Que a lo mejor tampoco te las comías antes pero de golpe te entran ganas de comer cosas que no has comido en tu vida. Eso a lo mejor te pasa al principio y luego ya no, pero algún día es inevitable que te pase por muy bien que lo lleves.

A todo esto lo llamaría LA ANSIEDAD EL CELÍACO, que sabes que no puedes pero tu cerebro te lo pide y maldices al mundo por tener eso. Y odias a los de al lado, a la gente de la calle a todo el mundo por qué ellos pueden comerlo y tu no. Y llegas a casa y te preparas un mega sándwich aunque no tengas hambre con ese pan asqueroso, otras veces lloras de impotencia, otras personas le meten un bocado a algo que no pueden (yo nunca lo he hecho y os animo a que no lo hagais, ¡no vale la pena!). Cuando pasa eso ni se os ocurra decir que no hay para tanto, estamos ofuscad@s y solo pensamos en la comida de antes.

Y llega un buen día en que el cerebro hace “clic” y ya no sientes esa ansiedad. Molesta no poder comer ciertas cosas, pasearse entre estanterías del súper mercado de las que no puedes comer nada de nada, pero como estás tan ocupd@ buscando cosas que si puedes ni te das cuenta. Así que a relajarse y a dejar que pase, entre medias podéis poneros a cocinar o montaros un blog 🙂

Después de todo, ¿qué tal lo lleváis vosotr@s?