Hace dos años publiqué un post tal día como hoy «8 de marzo, día de la mujer trabajadora«. Aunque no es de cocina tuvo mucho éxito, así que he decidido recuperarlo para los que no pudistéis leerlo.

Ahora mismo estoy desayunando tranquilamente, sin presión, tengo cosas que hacer (en casa siempre hay cosas que hacer), pero me tomo mi tiempo. He podido permitirme el lujo de no madrugar hoy. No trabajo fuera de casa por lo que puedo organizar las tareas como yo quiero. Nadie me presiona, incluso si no llego a acabarlo alguien me va a ayudar a hacerlo si es necesario.

Hace no tantos años esto no podía ser así, como si fueran esclavas algunas trabajaban de sol a sol y encima tenían que ocuparse de las tareas del hogar, por qué alguien dijo que eran suyas y de nadie más. Mientras, los del sexo opuesto podían permitirse el lujo de descansar, era un derecho adquirido nada más nacer.

Hay muchas injusticias en el mundo y el trato que han recibido las mujeres en muchas épocas no deja de sorprenderme. Mirando series de antes con mi madre a veces lo comentamos. No había descanso ni para respirar, la mujer no podía permitirse ni estar enferma casi. Yo lo he visto en casa con mis abuelas y otras personas de su época.

Así que hoy desayuno sin prisas, en honor a esas que dieron tanto y recibieron tan poco la mayoría de veces. Y deseando que cada día en cada casa las tareas se compartan por qué la fregona no es propiedad de nadie.