El 8 de octubre se cumplen 16 años desde que me diagnosticaron la celiaquía. Intento celebrarlo, pero el entorno no me acompaña jajaja. Alguna vez he hecho un bizcocho o una merienda o algo y veo que no entienden que yo celebre algo así. Por supuesto no celebro que tengo una enfermedad que me limita en el día a día, pero sí poder ponerle nombre a lo que me pasaba. Tardé mucho en encontrarme bien, porque de camino a la mejoría, mi celiaquía se sentía sola y decidió subir al coche de este viaje a su amiga la “intolerancia a la lactosa” y los de la “malabsorción a la fructosa y el sorbitol” (estos últimos son como dos hermanos gemelos repelentes que van todo el día juntos y a veces uno quiere más atención que el otro). 

Cada año hago un poco de balance de todo lo que ha supuesto el último año a nivel de salud y del día a día. En la vida vamos pasando fases, al principio la “obsesión” es encontrarse mejor ya que muchos llegamos tocadillos  o muy tocadillos al diagnóstico y, también por supuesto, aprender a encontrar alimentos aptos sin gluten dentro de un gran supermercado o en otros sitios. Y probar y que gusten jaja, porque cuando vienes del mundo glutanero (en mi caso 35 años estuve), luego no todo lo que encuentras gusta, las texturas cambian y tienes que acostumbrarte a ellas o despedirte de comer según lo que hasta que la cosa mejore, o consigas la receta que se adapte a tu sabor (que en eso vivo yo jajaja).

Hay fases de enfado y decepción por no poder comer de todo. En mi caso he intentado que sea lo mínimo y desde el día 1 después del diagnóstico, con la creación de este blog, emulando a Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó, dije: “juro que nunca pasaré hambre”. Empecé a investigar, probar y desglutininzar recetas y eso hizo que esta fase no fuera tan grave.

En otras fases te enfadas con la sociedad, con los cercanos y los que no, por que no entienden ni les podemos hacer entender a veces que esta enfermedad es seria, que tienen que cocinarse con cuidado todo lo que vayamos a comer, que queremos sentirnos incluídos en las celebraciones y tener siempre algo en la mesa, que no necesitamos falsos-médicos que nos digan lo que tenemos que hacer o que nos podemos curar. Queremos que esa energía se invierta en que nos sintamos a gusto en una mesa: un niño en el colegio y en sus fiestas de cumples, etc., en las celebraciones dónde trabajes, en las fiestas señaladas con la familia y todo lo que conlleva esta sociedad en la que todo se celebra con comidas.

En otras fases te sientes bien y poderosa, eres un tanto por ciento de la sociedad que está tocada por la varita mágica. Y si puedes llevar una dieta sin gluten los 365 días al año, con sacrificio y responsabilidad, sientes que puedes encarar muchísimas otras cosas.

No en mi caso, pero sí en el de otras personas, hay una fase de negación de la enfermedad, de la transgresión o de pensar que por comer de vez en cuando a tu cuerpo no le pasará nada. Ocultación de cositas en los cajones para que la familia no sepa que se está haciendo mal la dieta, rabia hacia los otros porque ellos si pueden comer de todo y tú no. Y 30 mil cosas más que pueden ser negativas. En mi caso esta fase de saltarme la dieta no ha existido, ya que muy pronto me contaminaron en un restaurante y estuve muchísimos días mal como si hubiera sido la niña del exorcista o una espía rusa envenenada por el gobierno jajaja. Pero muchas personas si la han vivido y se pasa mal por supuesto (lo sé porque he ayudado a gente a salir del mal camino y valorar que sí, es un rollo, pero se pueden comer muchas y si organizas y aprendes a cocinar, todo se ve de otra manera y las cosas van fluyendo.

Todas estas fases y seguro que otras que me dejo, no se dan en el mismo orden. Cada persona es un mundo. Por ejemplo, yo no tuve un duelo normal al principio de la dieta, me puse a cocinar y comprar cosas nuevas como una loca jaja. Pero recuerdo cuando el diagnóstico de lactosa, fructosa y sorbitol, que un día de hambre que no sabía qué comer porque no tenía información y todo me sentaba mal, lloré porque digo encima soy celíaca. Pero ya, no he dejado que esa tristeza me atrape y me sienta mal. Mal me he sentido cuando no he tenido diagnóstico y todo lo veía negro y mi vida se paró. Pero si hay nombre, hay opciones para vivir, y a eso hay que aferrarse.

Tres mil palabras después, ya me pongo a hablar de lo que realmente me ha inspirado para escribir este texto. Antes de la celiaquía ya empecé en el mundo de los blogs (recomendando libros, escribiendo cuentos en proyectos y en un libro, contando tonterías de mi día a día pero de manera diferente de las redes sociales, contactando con la lectura y escritura con otras personas de todo el mundo con gustos parecidos y también cocinando, ya que creé un blog para poder compartir las recetas que a veces me pedían o yo consideraba que el mundo necesitaba conocer). Pero fue en el 2008 con la creación de LAS RECETAS DE GLUTONIANA, cuando empecé a interesarme más por la gastronomía y el mundo de la cocina con alérgenos y sin. Visité algunas ferias, conocí a algunas personas del mundillo y nada me ha parado de ir a sitios por no poder comer nada. A veces me han apartado y me han dejado de invitar a sitios por este motivo (muy feo hacer eso, sí), pero he intentado no agobiarme e ir a todo lo que pueda ni que sea para verlo aunque no pueda comer.

No salgo casi a comer fuera, aunque he vivido en varios sitios estos últimos años, no he encontrado una gran variedad y a veces 0 sitios dónde comer con seguridad. He tenido también mis contaminaciones muy fuertes que han hecho que desconfíe de comer fuera si no lo veo súper claro. También han habido motivos Y, Z y X, personales y no que han hecho que no haya podido viajar y, por tanto, probar nuevos sitios o lanzarme a poder descubrir nuevos platos. Pero eso no quita que me interese mucho la gastronomía y ayudar a los otros a comer cosas variadas y diferentes y no caer en la tristeza por tener que vigilar el tema alérgenos. No he ido a grandes restaurantes, ni antes ni ahora, ni creo que pueda ir nunca a lo mejor. Pero sí hago mis reflexiones.

Que me contaminaran nada más empezar la dieta casi, que sea muy sensible a la hora de comer algo que no esté cocinado con seguridad (Todo el mundo debe evitarlo y no saltarse la dieta, aunque por fuera no se noten síntomas, por dentro se hace daño al cuerpo. En mi caso tengo unos síntomas muy fuertes que según algunos médicos se parecen a algunos síntomas que experimentan personas que sufren una alergia, el mecanismo no es el mismo, pero los efectos son fuertes), que esté muy formada e informada sobre el tema alérgenos y unas cuantas cositas más como no tener cerca sitios que cocinen con seguridad; hacen que salir para mí se convierta en un campo de minas. Antes priorizo mi salud que jugármela solo por comer fuera cuando claramente veo que no saben seguir el protocolo. 

Que yo viva así, no quiere decir que viva mal, porque tengo la gran ventaja que puedo preparar casi todo lo que me apetece. Y de lo que todavía no he conseguido una buena receta, pues lo veo como un reto a conseguir, no un problema. También tengo la gran suerte que no tengo grandes antojos, sé controlarme cuando llegan y tengo clarísimo que no tengo que saltarme la dieta bajo ningún concepto. Esto no aparece de la nada, es porque he trabajado mis frustraciones y en días malos he intentado ponerme a cocinar en vez de quejarme, invertir esa energía en algo positivo, siempre que he podido claro.

Peeeeero, vamos ahora al meollo de lo que me ha hecho escribir hoy, porque en los últimos celi-aniversarios no encontré nada nuevo que contar y este año sí. Sigo muchas cuentas de gastronomía, pequeños bares, grandes restaurantes, super grandes cocineros y cocineros o cuentas que prueban cosas en restaurantes. Y eso me hace reflexionar. Yo no podré nunca hacer eso, tengo que seguir una dieta sin varias cosas y encima mi estómago no aguanta comer mucho o con muchas mezclas. Pero eso no quita que me gustaría poder comer un menú de cosas variadas y de muchos platos o que me vengan a explicar lo que voy a sentir con un plato o poder sentarme a la mesa y no pensar en que sí han cocinado bien o no. Hay una lista grande de cosas que no podré sentir ni hacer, pero aunque allí están y no me quitan el sueño, a veces una foto, un vídeo o una experiencia de alguien me lo recuerda. Y es triste sí, pero os aseguro que hay otras cosas que son más tristes y otras enfermedades por las que sufrir, llorar o desesperarse. Digamos que este año vivo la FASE NOSTALGIA de lo que podría haber sido, pero no podrá ser jajaja.

Cuando me diagnosticaron y me puse a investigar qué cosas podía comer y no, mi cerebro se fue hacía el montón que sí que puedo aunque sea una versión sin gluten. Y esto he hecho los últimos años e intentaré hacer en el futuro, mirar: LA LISTA DE COSAS QUE PUEDO COMER Y NO LA LISTA DE LAS QUE NO. LA LISTA DE LAS COSAS QUE SÍ QUE PUEDO HACER, LA LISTA DE LAS COSAS QUE ME HACEN FELIZ Y LAS LISTAS DE LA PARTE POSITIVA.

Si quieres saber más sobre mi diagnóstico y mi día a día, puedes seguirme en mis redes sociales. También leer MI HISTORIA que voy actualizando a veces.

*Buscando inspiración para ilustrar este texto, me acuerdo que este mismo año ha salido el Iphone 16 jajaja, aunque no soy consumidora de la marca, recordaré como referencia seguro que el 2024 ha sido el año del 16.

Texto: GLUTONIANA

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