Todos mis seguidores sabéis que casi todo lo que comparto son recetas o informaciones sobre celiaquía. No suelo salir a comer mucho fuera de casa. Primero, porque a parte de ser celíaca, soy intolerante a la lactosa y tengo malabsorción a la fructosa y al sorbitol. Aunque ya he pasado la época de dieta super estricta de fructosa y sorbitol, todavía hay cosas que necesito controlar. Segundo, dónde vivo no hay muchos sitios fiables dónde comer sin gluten y con lo bien que cocino si me apetece algo lo hago en casa y como más tranquila.

Ningún celíaco debe comer gluten nunca en su vida, pero es imposible no sufrir alguna contaminación aunque queramos controlarlo todo. Hay algunas personas que no tienen síntomas cuando comen algo con gluten o les contaminan (por fuera, por dentro, a todo el mundo nos hace daño). Otras personas como yo, cuando nos contaminan (ya no digo comer gluten que yo nunca he comido nada después de empezar la dieta), podemos llegar a tener desde unas simples llagas en la boca como síntomas parecidos a un alérgico que tiene unos efectos secundarios que parece que te vas a morir de los cólicos y el dolor (esto último me pasa a mí, que es como ir al infierno y volver, así que podéis entender mi miedo cuando como fuera de casa). Cuando me han contaminado no he podido ni llegar al hospital, he tenido que sufrirlo sola y luego he pasado una semana como si me hubieran dado veneno, más la consecuente falta de confianza luego bla bla bla, ¡horrible os lo aseguro!

Entended mi rechazo a comer fuera, si no lo veo claro desaparezco. Pero claro en algunos momentos me apetece o no me queda otra si no quiero quedarme sin comer (pero entonces busco y pregunto e investigo todo lo que puedo para saber si saben de qué va el tema o no). A veces pienso que tengo un imán para que me pasen cosas, más de una vez me quedo mirando a ver si hay cámaras ocultas y todo es una broma jaja. He tenido conversaciones con gente de restaurantes, bares y supermercados que riéte tú de las conversaciones entre Dalí (el rey del surrealismo) y Buñuel cuando hicieron una peli.

Con esta entrada no quiero ni mucho menos crear alarma, si no explicar mi experiencia y la de muchas personas que para comer fuera no lo tenemos nada fácil. Y también las cosas buenas, por supuesto, que también hay sitios que lo hacen muy bien y están muy informados y concienciados.

Si lo considero diré el nombre de los establecimientos, si no lo hago es porque he hablado con ellos y he considerado que lo que pasó es un fallo de un día (y tampoco quiero hundir a nadie que todos nos podemos equivocar). Lo que no es normal es que te contaminen en un sitio y encima te digan que es imposible y que todo lo hacen bien como me dijeron a mí en mi primera contaminación. Por lo que ahora he decidido que cosa que me pase y no vea una respuesta adecuada y ganas de hacerlo bien, directamente pondré una denuncia al establecimiento. No es fácil hacer algo así, pero a veces o se va a las malas o las cosas no mejoran. Pero ya os digo, yo siempre soy partidaria de hablar las cosas antes de crear jaleo, todos podemos equivocarnos. Contestar mal como me han hecho a mí a veces por supuesto es opcional y no lo tolero, no solo por mí, sino por todos los celíacos que irán después de mí.

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ANTES DEL 2020

  • Mi primera contaminación fue en la “Pizzeria Al Capone” de Torredembarra. Habíamos ido muchísimas veces y nunca me pasó nada. Pero un día frieron las patatas en un aceite contaminado y pensé que me moría (estuve horas fatal y sin poder ir al hospital ni nada y luego una semana como si me hubiera pasado un camión por encima).  Era un restaurante acreditado por la Asociación (los protocolos siempre van cambiando y tal, pero en esa época no funcionó ni el protocolo de hacerlo bien ni luego la respuesta que recibí).  Cuando llamé con todo el buen rollo del mundo para contarlo al restaurante y que fueran con cuidado, una persona que ni había estado ese día, me dijo de malas maneras que “ellos siempre lo hacían todo bien”. Sin comentarios. Nunca más fuimos por supuesto.
  • La segunda contaminación fue en un sitio dónde no tendría que haber pasado, era un curso sin gluten al que yo no había ido, pero casualmente me dieron un poco de las cosas que habían preparado. Pasé una noche de infierno y luego lo mismo, “ai yo no sé, ai quizás sí que alguien trajo cosas de su casa que no estaban controladas”, bla, bla, bla. En ese curso más personas se contaminaron, pero la gente no quiere dar la cara muchas veces y prefiere callar.